Comienza el proyecto
con una serie de ideas, van quedando atrás, en un papel. Esto no me gusta, lo
otro es muy complejo, lo otro muy típico…
Quisimos hacer un transcurso del acueducto,
incluyendo los areneros en los que se filtra el agua que viene de la montaña.
Pero hay tantos videos que van fluyendo por internet vía mail que quisimos algo
distinto algo más nuestro.
Después surgió una idea muy fugaz sobre los
torreones y las iglesias de Segovia, ya que en una ciudad tan pequeña como Segovia
nos podemos encontrar un montón de iglesias, pese a que era bonita, nos aburría
un poco, era un trabajo muy turístico y no se nos ocurría nada que contar.
Por último, quisimos centrarnos en enseñar los
lugares de la gente no conoce, incluso en algunas ocasiones pasan
desapercibidas. Salimos a hacer fotos por la ciudad y descubrimos cosas que nos
gustaron mucho. Nos pusimos manos a la obra y fue en este momento cuando
dijimos, esto no nos representa. Y terminamos contando qué es Segovia para
nosotras, dos segovianas que estaban cansadas de Segovia, y que gracias a la
Universidad se han vuelto a enamorar de ella. El texto y las canciones también
fueron variando y finalmente quedó este texto (que ponemos a continuación) y
este video, que esperemos, os haya gustado.
El día que me dijeron que tenía que hacer un trabajo
llamado “Huellas de la Ciudad” y hablar de Segovia, ciudad donde nací y crecí,
pensé que me sería muy difícil hablar de algo que tenía tan visto.
Los compañeros decían “tú lo tienes más fácil,
conoces la ciudad, seguro que te queda genial”.
¿Segovia para mí? Un lugar más en el mapa, ciudad
donde me crié, donde hice amigos, donde está mi familia.
No soy ciudadana de Segovia, me llama el mundo, los
viajes, los lugares por descubrir…
Segovia son amigas, los buenos ratos con ellas, pues
con ellas correteé por los rincones de la ciudad, tropecé con sus adoquines.
Calles empedradas del casco antiguo, bonitas, molestas, únicas, mi día a día,
Segovia, novios, discusiones más grandes que la catedral. Secretos que se
esconden bajo cada piedra de San Millán. La claridad del río Eresma.
Sentía agobio. Las mismas calles, la misma gente, la
misma gente, la estrecha Calle Real, siempre repleta de gente, no se puede
pasar. La magia de la fiesta y el teatro en la Noche de San Juan.
Quería un cambio, y llega la Universidad. Gente de
otros lugares, otro punto de vista… Trabajos, con sus noches en vela, pero
bueno “mal de muchos, consuelo de tontos”.
Y de repente fijarse realmente en la pequeña
castellana. Nuevas calles, tan sorprendentes como la gente nueva, tan bellas
como la ilusión por los viajes, los nuevos propósitos a fin de año, vi a
Segovia de una manera distinta. Fue como volver a verte por primera vez,
Segovia no me deja de sorprender.
Queríamos aclarar que cuando nos referimos a calles
nuevas, son distintas maneras de ver a Segovia. Por ejemplo Sara Yagüe cuando
salía de fiesta decía quedamos en el acue, pero nunca se había fijado en lo que
era el Acueducto realmente y de su gran importancia en la ciudad pues estaba en
su día a día. Al llegar la gente de fuera y ver sus caras de sorpresa y su
magnitud, se dio cuenta de lo que verdaderamente es Segovia, sus recorridos y
sus monumentos, escondidos por la ciudad.
Quiero decir que este trabajo habría sido posible sin la compañía y el apoyo incondicional de mi compañera y amiga Sara Yagüe, al igual que sin la gente tan maravillosa que me ha traído la Universidad, como si de una bocanada de aire fresco se tratase, y así ver de una manera tan distinta a Segovia.