INTRODUCCIÓN Y CINE DEL LIBRO: Hacia un nuevo sistema
mundial de comunicación. Las industrias culturales en la era digital.
Lo que viene a decirnos la introducción de este libro es que
a partir del estudio de las Industrias Culturales nos damos cuenta de que en
realidad el cambio que se ha producido de lo analógico a lo digital es más
grande de lo que nos imaginamos. Antes de la llegada de las redes digitales
teníamos: edición de libros y fonografías, cine-vídeo, prensa escrita, radio y
televisión. Poco a poco todos ellos han ido evolucionando y adaptándose de una
manera u otra al digitalismo. Sufrimos un “hipnotismo por las infraestructuras
y las redes”. Las industrias culturales no son solo un medio de difundir la
cultura o mediar entre creadores y consumidores, en realidad, son algo más, son
“estructurantes y constitutivos de la cultura mayoritaria y más influyente, de
la cultura en una sociedad industrial”.
Primero decir porque he elegido el capítulo del cine y no
otro. Ciertamente amo este séptimo arte, soy actriz aficionada y pese a que me
gusta más el teatro quería saber más sobre la industria del cine, y es por esto
por lo que lo elegí de entre otros capítulos.
Lo que en el tema se viene a decir es que el cine también ha
cambiado. El mercado del cine internacional nota un gran cambio en la década de
los noventa, tanto por los cambios económicos de la transformación de la
industria de la comunicación, como bien señalaba la introducción, como por
elementos internos que tienen que ver con el consumo y sus hábitos. Se toma
pues al cine como “un producto determinante para el desarrollo del sector
audiovisual”, según nos dice José María Álvarez Monzoncillo.
Es también interesante la comparación del nivel adquisitivo
de un país para la puesta en marcha de una película. A mayor poder económico
mayor es la producción de películas. Como era de esperar Estados Unidos va a la
cabeza con 762 películas al año, mientras que el mínimo lo tienen los países de
Europa del Este y Latinoamérica, produciendo entre 1 y 19 películas al año.
Alaba la innovación, es algo que capta al público, que
sorprende y atrae. Por tanto mientras se sigan renovando, para que no surja esa
sensación de “es todo igual”, seguirá estable. Con la llegada de lo digital
esta innovación fue posible gracias a las cámaras que podían moverse con mayor
facilidad y desde distintos planos. Todo esto junto con otros ejemplos de
renovación es lo que ha constituido el progreso tecnológico. Muestra también
cuáles podrían ser las posibilidades del cine tecnológico: música en vivo,
educación, juegos… a esto se le llama e-cinema.
Todos estos adelantos tienen también sus desventajas, como
pueden ser las descargas por internet de las películas. En vez de ir al cine
descargas la película al ordenador. Esto es un elemento que puede resultar
fatal para esta industria.
Según los datos que vamos obteniendo a lo largo del artículo
nos damos cuenta que la innovación tiene claras ventajas pero que el hecho de
la digitalización del cine puede ser un factor muy peligroso para las
industrias cinematográficas.
Concluiré este escrito con una valoración personal. Estos
textos son del 2000-2003, actualmente estamos en 2013 a punto de pasar al 2014.
Es clara la visión actual de cómo el cine se desmorona. Sus elevados precios y
su potente rival hacen que esta industria pierda seguidores. Vemos las salas de
cine vacías y cada vez son más las páginas en las que puedes descargar o ver
online películas con buena calidad tanto de sonido como visualmente.
La magia que esconde el cine se está perdiendo y
sinceramente me parece triste que un lugar de ocio y disfrute como eran los
cines se haya visto cambiado por la pantalla pequeña o por el ordenador. Cabe
destacar que aunque digo esto hace un año que no voy al cine y sin embargo no
he parado de ver películas.
Existen otras alternativas legales para llevar a cabo esta
práctica de ver películas en casa sin tener que destruir la industria
cinematográfica aunque sí trastocar los cines si se toma como medida
sustitutiva, estos son los videoclubs, aunque ahora yo lo llamaría “digiclubs”.
En definitiva yo invito a que la gente no permita el cierre
de las preciosas salas de cine que nos envuelven en su atmósfera de magia en la
que solo estáis la película y tú; y a los dueños de los cines a bajar sus
precios como están haciendo con los festivales de cine, para que esta práctica
recreativa no se pierda.
Cuando realicé este trabajo no comprendí muy bien lo que decía, así que lo orienté más a la opinión personal desde lo que había entendido.
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